Martes 31 de Marzo, día 12 de Cuarentena
Algo está pasando. Bueno, siempre está pasando algo,
entendes de lo que hablo. Ante una negativa inicial por no volverme repetitivo
con lo que escribo tenía que arrancar con una línea que no fuese tan parecida a
la de ayer. Si, hay otra cosa positiva de la cuarentena, o por lo menos de cómo
la estamos viviendo acá en Casa Pez. Y es que no hay dos días seguidos iguales.
Hay días muy parecidos, sí, pero ninguno es igual al anterior y eso es algo que
hemos rescatado de estos días de convivencia con Nico.
Hoy fue un día muy “normal” pero distinto a ayer y a mañana.
También, a pesar de la “normalidad del día”, pasó algo por primera vez. No es
algo que hayamos hecho, sino que pasó y eso le trae distinción al día.
Como no fue algo que hicimos nosotros, la referencia que
hice ayer al “primer asado de cuarentena” no es una posibilidad. Hoy, día 12 de
Cuarentena, llovió por primera vez y llovió como si todavía fuese verano porque
fue una lluvia tipo tropical. Cayó un chaparrón furioso por la mañana y después
salió el sol y recién después de eso empezó el otoño y la temperatura bajó a un
nivel acorde al momento del año en que las hojas se empiezan a poner amarillas
y se caen. ¡Qué lindo que es despertarse escuchando llover y quedarse en la
cama con tremendo soundtrack sabiendo que nada ni nadie te va a pasar al
siguiente tema!
El resto del día transcurrió en su más absoluta normalidad,
incluyendo meditación, almuerzo y la salida semanal a la verdulería grande de
la Estación que hace delivery. La sorpresa del día nos la llevamos cuando
llegamos a la dietética y estaba cerrada a pesar de que el cartel de los
horarios y lo que nos había dicho la vendedora la semana pasada indicaran que no debía
estarlo. Después de un minuto de sorpresa caímos en la cuenta de que, además de
la Cuarentena, era feriado. Por primera vez desde que existe, el feriado por
Malvinas se movió de día y además se hizo puente con ayer, con el objetivo de
extender el aislamiento dos días más.
Nos volvimos a Casa Pez sin fideos integrales con morrón y
remolacha, pero con tres kilos de naranja en la mochila porque en la verdulería
grande estaba cara y paramos en otra en el camino de vuelta. El resto del día
siguió en su más absoluta normalidad, con escritura y mates por la tarde. Tipo
8 llegó la caja de la verdulería y nos sentamos a meditar.
Esta noche empecé el libro Mundo del Fin del Mundo, del chileno Luis Sepúlveda, segundo libro
seguido que leo de este exquisito autor. El primero, que me duró dos noches (la
segunda fue ayer), fue Un viejo que leía
historias de amor. Dos joyas y un escritor que hasta el domingo me era
desconocido y con el que creo haremos muy buenas pulgas. Tiene algo que me hace
acordar al querido Mempo Giardinelli y me resuena, particularmente, al último
libro suyo que leí ¿Porqué prohibieron el
circo?
Hoy cierro así, sin grandes reflexiones, con un día normal
rodeado de días distintos y algunos títulos para pasar la cuarentena.
hablando de lluvia te dejo un playlist que encontré, increible que alguien se haya tomado el trabajo. https://open.spotify.com/playlist/37i9dQZF1DXbcPC6Vvqudd
ResponderBorrarNo lei nada de Sepulveda, buen el tuyo. y coincido, era y sigue siendo un desconocido. abzo!