martes, 24 de marzo de 2020

día 1 de Cuarentena

Viernes 20 de Marzo, día 1 de Cuarentena

Eran las diez de la noche del jueves y me di cuenta que tenía que y tomar una decisión un tanto trascendental para mi vida. Tal vez suene exagerado, pero elegir dónde, cómo y con quién pasar los próximos muchos días de aislamiento social y restricción de la circulación no es algo menor. Desde hace un par de días venía hablando con Nico sobre la posibilidad de mudarme a su casa, no tanto por la cuarentena que se iba a venir, sino más bien por una cuestión de la vida de cada uno, de cómo se nos estaban abriendo los caminos y posibilidades en la vida. Teníamos como objetivo, que me viniera el lunes o martes próximo. Y acá estoy, es viernes y ya desperté en su casa. Anoche, a las 11, me pasó a buscar José en su Uber, y concretó el último viaje antes de volverse a su casa en la isla y pasar este tiempo allá.

En verdad no es viernes, es sábado. Ayer decidí empezar a llevar un diario de cuarentena, se me ocurrió mientras meditaba. Entendí que va a ser necesario establecer cierta rutina, adquirir otros hábitos, autogenerarse actividades que no impliquen salir a andar en bici o tomarse un colectivo. Voy a escribir cada mañana lo que sucedió el día anterior, tomándome unos mates, después de la meditación matutina, aprovechando el espacio que hicimos en la mesa de la sala. Hace unos minutos, mientras escribía a mano en mi cuaderno, recibí un mensaje de mi gran amigo el Fede Mazza (no es casualidad que sea una masa de persona) que vive en La Plata, en el cual me compartía el audio de Hernán Casciari sobre su día cero de cuarentena. Mensaje va, mensaje viene, dejé el cuaderno y la birome y abrí la computadora. A mí me gusta escribir, Fede es diseñador gráfico y le gusta dibujar, los dos estamos encerrados, como a cien kilómetros de distancia, condiciones perfectas para crear algo raro, solo posible en una situación global como la que estamos atravesando. Yo voy a escribir mi diario y Fede, sin conocer esta casa, ni este barrio ni a mi amigo Nico, lo va a ilustrar, de a un dibujo por día. Me gusta el desafío de hacer algo distinto, de crear de una manera muy distinta a si no hubiera cuarentena. Jamás me pondría a escribir un diario de mi vida para un amigo lo ilustre. Los dos tenemos, en nuestra diaria sin encierro, otro ritmo de vida y otras responsabilidades y prioridades a las que dedicamos nuestro tiempo. La cuarentena, desde esta óptica y propuesta, nos habilita ser creativos y explorarnos de una forma sin precedentes. Tendré, desde mi propuesta narrativa que no caer en rutinas repetitivas, en lamentaciones por estar encerrados, ni cosas por el estilo. Tal vez suceda, pero tendrá que ser el objeto de observación, casi como un experimento, y no la consecuencia, fin y causa de lo que escriba.

Tenemos un mundo para explorar, adentro nuestro, en el espacio que habitamos, en las avenidas vacías que salimos a chusmear de noche, en la convivencia de dos amigos que se están conociendo de otra forma. Y la posibilidad de un tercero de dibujarlos sin saber realmente dónde están y cómo viven. Vamos a ver que sale.


El despertador sonó a las 6.53 de la mañana. Esos siete minutos, hasta que sean las siete, me permite despertarme, ir al baño, tomar un vaso de agua y estar listo para nuestra meditación matutina. Somos amigos meditadores, haciendo esto nos conocimos y fue en torno a la meditación que se fundó nuestra amistad a lo largo de estos casi dos años. De esta sesión tempranera también participa Juan, pero a la distancia, desde la casa de sus padres a tan solo un par de kilómetros de acá. La idea es acompañarnos, hacer lo mismo a la misma hora, para no sentirnos tan solos ni aislados, para generar la sensación de comunidad, de que podemos seguir haciendo cosas juntos a pesar de que no podamos encontrarnos físicamente.
Meditamos de 7 a 8 y de ahí cada uno se volvió a su cama para dormir una siesta antes del desayuno. Anoche llegué tarde, hoy nos despertamos temprano y nada nos corre. Dormí casi dos horas y cuando pasé por la cocina con cara de dormido Nico me compartió un vaso de jugo de frutas. Puse la pava, preparé el mate y me tomé el jugo. Nos sentamos a charlar un rato sobre la convivencia y lo que se viene. Hablamos de comida, de gastos, de gustos y de astrología. Si, de astrología. Hasta acá, dos cosas de mi amigo Nico: lo que no tiene de matero lo tiene de astrólogo. Hecho: el tomó tres mates y yo el resto del termo. Se juntaron, entonces, un tipo que se toma un termo de mate por mañana y que no sabe casi nada de astrología y otro tipo que casi no toma mate pero que podría hablar de astrología la mitad del día pero sin taladrarte la cabeza. Se sabe el signo, la luna y ascendente de cada persona de la que te habla y es capaz de relacionar estos hechos con cuestiones de la personalidad y formas de la persona en cuestión. Sabe mucho y me gusta que no use la astrología como una justificación, sino que asocia evitando determinismos y encasillamientos.

Casi terminado el termo, nos calzamos y salimos a que me muestre el barrio, a ver qué onda esto de la cuarentena y el aislamiento, a sentir el impacto que estaba teniendo en la realidad. Fuimos para el lado “comercial”, me mostró la verdulería, el super chino y la dietética. Compramos yerba, bananas y algo más. Pasamos a dejar las cosas por la casa y nos aventuramos hacia el otro lado, el lado de las casas y el rio con el fin de estirar las patas por calles tan desiertas como conocidas y juntar algo de madera de la calle y los árboles para hacer un fueguito a la noche. Hicimos unas cinco o seis cuadras hasta que fuimos interceptados por un patrullero con barbijos que nos preguntó qué estábamos haciendo o hacia dónde íbamos. Mentimos que estábamos yendo al almacén y el oficial nos dijo que está bien, pero que permanezcamos en nuestra casa. Nos hicimos los boludos parando en el almacén y caminamos de vuelta para casa. A mi no me gusta la policía, me pone nervioso, me genera una sensación rara en el cuerpo y Nico lo notó. Hablamos un rato de eso.

De vuelta en la casa preparé el almuerzo (berenjenas y batatas salteadas y un arroz blanco) y almorzamos en el pedacito de jardín salvaje en el fondo. La tarde fue larga y rara y ahí entendí un poco de qué se iba a tratar todo esto y qué tenía que hacer para sobrevivir lo que dure la cuarentena. Deambulé, leí un libro que me aburrió y me senté a meditar para aclarar la cabeza y ponerle orden a una mente inquieta que va a tener que recurrir a la disciplina para sacarle provecho al confinamiento. La idea es sencilla: empezar a establecer actividades y pequeñas rutinas todos los días, llevar a cabo un diario para no perderme en los días, meditar tres veces por día. Tener pequeños objetivos que se vayan construyendo de a poco en algo más grande. No ser demasiado ambicioso ni exigente, pero no dejarme caer en el aburrimiento y la mente galopante, para no sentir que es tiempo muerto entre un periodo de la vida y otro. Es lo que toca vivir y no hay que resignarse, sino aceptar, que es muy distinto. Eso lo aprendí meditando, por eso tengo el objetivo de meditar mucho, para poder hilar más fino en esa distinción. También lo aprendí en la India, pero eso lo dejo para más adelante, cuando vayan como veinte días de esto y ya sienta que no tengo de que hablar.

La tarde siguió tranquila, limpiamos y ordenamos la sala, espacio central de la casa y la convivencia. Cada uno hizo la suya, yo volví a meditar y después Nico cocinó la cena mientras yo lavaba los platos. Cenamos y veredeamos un rato. Casa Pez (la casa de Nico, Nico Pez, por Piscis) tiene la particularidad de que la puerta da directo a la vereda, no hay patio, ni recibidor, ni reja ni nada. La puerta y nada más que la puerta es el límite entre el interior y el exterior, por lo que veredear es casi como estar adentro salvo que es afuera. Casa Pez nos permite estar, físicamente, en el límite de la cuarentena. Nico sacó una silla y yo me senté en el piso y charlamos de lo que está pasando, disfrutamos de un antes, de cuando sentarse en la vereda era una costumbre y no un lujo, de cuando la vida era así y la libertad era otra cosa.


4 comentarios: